El mundo existe: está ahí. Una realidad objetiva que pesa por sí misma. Pero cuando intentas atrapar al mundo, resulta que la vida no te contesta. Terminas volviéndote sombra de tí mismo y de un alma que ya no está.
La existencia vive, y habla, y nos toca. No se puede negar el aliento fresco del aire y el calor sólido del sol. Pero cuando tratas de sentir la existencia, sus manos no acarician tu rostro. Una indiferencia pesada rodea tus ojos y ya no ves vida, ni mundo... ni siquiera oscuridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario