-Te vendo mi alma
por dos espejos en mis ojos
y una daga en mi corazón.
-¿Por qué?
-Dos espejos para que mis ojos
en la muerte no se cierren
y reflejen el dolor
que sus palabras causaron en mi interior.
Una daga, su punta vuelta hacia mí,
para clavarla profundo en mi corazón
cuando pronuncie las palabras
que me llevarán a la perdición:
"No te amo, adiós"
-¿Y si eso no ocurre?
-Igualmente dámelos.
-¿Para qué?
-Dos espejos para reflejar nuestro amor
hasta el final de los tiempos,
una daga para clavarla en mi corazón
y hacer brotar de él rosas de sangre
sin espinas y sin dolor,
que poner en sus manos
para consagrarle con ellas mi vida,
mis pensamientos, sentimientos
mi pasión y mi yo.
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