domingo, 26 de septiembre de 2010

Condenación


Estaba en la playa, la playa de su dolor. Recordando cómo se fue, y así una lágrima brotó de sus gastados ojos, se deslizaba suavemente sobre su mejilla.
Se dejó vencer por la gravedad, y mientras caía al suelo, pensaba que ya no lo vería nunca más, que de él ya nunca sabría.
Triste y apesadumbrada llegó a la fría arena, ya no le importaba nada, así los ojos cerró.
Atrapada entre las olas del mar ella se quedó, como cumpliendo una condena, cumpliendo la condena de no verlo más.

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